El tiempo pasa y los técnicos, profesionales y agentes diversos que actuamos tanto en el ámbito social como en el cultural, nos hallamos ante la necesidad de favorecer el encuentro y el diálogo entre las políticas culturales y las políticas sociales, con la finalidad de ir estableciendo posibles líneas estratégicas y de actuación que nos ayuden a definir lo que podríamos empezar a identificar como las nuevas políticas comunitarias y de proximidad.
Y es en el marco de estas políticas de colaboración donde los ayuntamientos desempeñarán un papel fundamental, especialmente a la hora de apostar por una transversalidad efectiva entre los diversos servicios municipales y la interacción entre los profesionales de dichos servicios. Asimismo, es en la órbita de estas políticas donde el educador/a social, especialmente los que desarrollan su práctica profesional en el ámbito de la Animación Sociocultural, se presenta como el técnico idóneo para trabajar en los diferentes proyectos comunitarios que necesitaremos ir diseñando desde la proximidad, con el fin de que la cultura sea accesible a nuevos públicos y facilitar nuevas formas de relación social.
Lograr que los equipamientos y programas de marcado carácter social puedan trabajar en clave de prevención y no exclusivamente en el asistencialismo, y que la acción cultural, especialmente la artística, centre su actuación en la gente y no, como ha venido siendo habitual, sólo en algunos artistas y creadores, es el reto de estas políticas incipientes que nos proponen un claro regreso al concepto “socio”, apuntando de esta manera al perfil del educador/a social como un agente idóneo para intervenir de forma eficaz y eficiente en la proximidad, mediante la Animación Sociocultural como “su modo de hacer”.
Este artículo hace un breve repaso histórico de las diversas experiencias asociativas de los colectivos profesionales de animadores socioculturales. Las diversas asociaciones que se han ido creando, los enfoques, y qué objetivos tuvieron en cada momento. Es una parte importante de la historia de la animación sociocultural en Catalunya.
El término animación sociocultural contiene las palabras social y cultural. ¿Y la palabra educación? ¿Y la palabra participación? ¿Son temas residuales? ¿Somos animadores? ¿Somos educadores? Es un debate eterno sobre el cual cada uno debe posicionarse. Sirvan las siguientes líneas para aclarar o liar un poco más este eterno debate.
La autora basa su artículo en una revisión sobre el proceso de convergencia europea, desde una perspectiva global hasta llegar a la titulación de Educación Social, haciendo referencias específicas a la Animación Sociocultural.
Desde el análisis de la realidad social y económica del siglo XXI, las demandas y los retos de los nuevos profesionales requieren el desarrollo de unas habilidades y capacidades que la universidad ha de incorporar en la formación que debe ofrecer a los futuros profesionales.
Nos explica cómo se ha llegado a la formulación de las titulaciones en términos de competencias y cuáles son las que definen la profesión de Educación Social y de Animación Sociocultural.
Este artículo ofrece algunas reflexiones urgentes en torno a la práctica de la animación sociocultural. Sin entrar en los contenidos específicos profesionales que deben ser la base del oficio y que se imparten en los distintos centros universitarios, tiene una modesta intención aleccionadora. Para ilustrarla, cada parte se inicia con el título de una obra literaria referenciadora que se comenta posteriormente en referencia a las preocupaciones e inquietudes de la profesión.
Para plantear el contenido de este artículo, es necesario reflexionar sobre lo que entendemos por Animación Sociocultural en relación con la Educación Social. Me refiero a un aspecto sobre el que muchos autores ya han discutido: la ASC ¿es una metodología para la intervención social y cultural y, por tanto, el ámbito propio de una figura profesional propia (el animador/a sociocultural)? ¿O se trata de un ámbito que comparten distintas figuras, entre las que encontramos al educador social? No se trata de una discusión gratuita, ya que a efectos de la creación de la Diplomatura en Educación Social y fruto del trabajo interdisciplinar entre los diferentes agentes (jornadas de formación de los agentes socioculturales de 1988 en las “Cotxeres de Sants”, por ejemplo) se planteó un diseño curricular en el que se contemplaban tres vías formativas y de especialización: la educación especializada, la educación de adultos y la animación sociocultural.
La figura profesional que nos ocupa es la de Técnico Superior en Animación Sociocultural, titulación que se obtiene cursando el Ciclo Formativo de grado superior en Animación Sociocultural y que pertenece a la familia profesional de Servicios Socioculturales y a la Comunidad.
Los antecedentes de este ciclo formativo los encontramos en el módulo profesional MP3 de Animación Sociocultural que se inició en el curso 1987-1988 dentro de lo que entonces se llamó la familia de Trabajo Social.
Con este trabajo se pretende invitar a una serie de reflexiones de carácter teórico sobre la relevancia del fenómeno comunicativo / verboicónico en la práctica sociocultural / educación social.
Una forma de trabajar es entender la animación sociocultural como una estrategia metodológica, es decir, una metodología de trabajo que puede ser utilizada en el trabajo en equipo: equipos formados por multiprofesionales. En Tarragona se da a menudo que un técnico en animación sociocultural trabaje conjuntamente con un educador social. Esta es la experiencia que tanto Sònia como Pat explican. Los objetivos son comunes: mejorar la realidad del territorio donde han trabajado o están trabajando, partiendo de las necesidades detectadas y en alguna ocasión explicitadas por los propios ciudadanos. Tanto la interdisciplinariedad como el trabajo en red son, pues, las mejores garantías para el enriquecimiento mutuo entre profesionales distintos y a su vez para potenciar sus capacidades.
La formación de los animadores y las animadoras socioculturales ha evolucionado de forma paralela a la evolución de la práctica profesional. Las formaciones anteriores a la Diplomatura en Educación Social y al Ciclo Formativo de Grado Superior de Animación Sociocultural fueron un elemento catalizador en el proceso de profesionalización. La entrada de estas formaciones en el ámbito académico reglado ha permitido la superación de la figura profesional del animador sociocultural y la aparición de un profesional con una competencia más amplia.
Sin embargo, nos encontramos en un momento en el que las prácticas cotidianas de la animación sociocultural y el discurso formativo se distancian. Transformaciones de amplio alcance en las formas de entender la participación social y el desarrollo cultural han provocado cambios en el ejercicio profesional y en los encargos que recibimos los animadores. En cambio, el discurso que los centros de formación reglada transmiten sobre la animación sociocultural no ha variado demasiado.
El rediseño de los programas formativos universitarios que comporta el cumplimiento de la declaración de Bolonia y las innovaciones organizativas que se están introduciendo en el ámbito de la formación profesional pueden ser una oportunidad para superar esta situación y volver a hacer de la formación y la práctica elementos indisociables de una misma realidad profesional. La responsabilidad de asumir estos retos de futuro no es, por tanto, de los centros de formación únicamente, sino que es una responsabilidad de todo el colectivo profesional.
En los puntos de información juvenil, que quizás se deberían llamar puntos de dinamización juvenil, usamos la animación sociocultural en la mayoría de nuestros actos. Un punto de información juvenil es, en la mayoría de casos, además de un lugar donde encontrar información, un centro de reunión de los jóvenes, un punto de acceso a Internet y, en definitiva, la puerta de enlace entre el joven y la administración.
A través de tres ejemplos prácticos, conoceremos tres actuaciones que dan sentido a tres de los objetivos de la animación sociocultural. Veremos la creación de una Entidad asociativa (formación de tejido asociativo), la transformación de un joven (socialización) y por último cómo potenciamos la democracia cultural contando con la implicación y participación de los interesados.
A partir de una introducción/aproximación a la idea de asociacionismo y al trabajo del educador en este tema, esbozaremos la idea principal de este artículo: el trabajo del educador con el asociacionismo con la formación para la participación ciudadana como instrumento de transformación y cambio social. También haremos un repaso al porqué de la necesidad de participar y a las características de los grupos/asociaciones o ciudadanos que llegan a los procesos de participación ciudadana.
Repasaremos diferentes técnicas de fomento de la participación y de formación, con la idea de que el educador social, también llamado animador sociocultural, ha de hacer posible, con su intervención, tanto en la acción educativa como en la organización de la acción formativa concreta que posibilita su intervención, que se dé el grado de educatividad en el medio como para integrar al individuo y permitir su participación, a la vez que ha de ayudar al ciudadano a abrirse a este medio para facilitar su integración crítica, y a efectos de facilitar que todo aquel que quiera participar pueda hacerlo.
Los profesionales de la animación, incluso ahora que ya hemos cruzado la puerta de paso del siglo XX al XXI, aún tenemos pendiente, de forma mayoritaria, atrevernos a teorizar sobre nuestra propia práctica profesional, o al menos, a escribir lo que hacemos de manera rigurosa y sistemática, siendo probablemente modelos efectivos de trabajo. Las cuestiones más importantes de la animación sociocultural son indudablemente las derivadas de la participación. Entre éstas encontramos la mediación y la acción creativa, dos líneas de trabajo fundamentales que han estado siempre presentes en la práctica del trabajo sociocultural y que ahora toman fuerza a nivel particular desde ámbitos periféricos de la profesión de la educación social. En este texto se presenta una dimensión escondida de la educación social, que convive y va de la mano de las tradicionales dimensiones social, cultural y educativa. Es la dimensión arte-comunitaria. Una dimensión en la que únicamente pueden actuar profesionales con capacidad de generar procesos colaborativos de participación, donde las artes (acción creativa) y las relaciones interpersonales (mediación) son la clave del desarrollo sociocultural de una comunidad.
En el presente escrito intento exponer aspectos relacionados con las políticas municipales de proximidad, la participación, la animación sociocultural y con aquellas áreas, actividades o recursos en los que la ASC pueda tener una especial incidencia y una expansión de su actividad y razón de ser. Como podréis ver no se trata sólo de oportunidades desde la visión propia de la ASC, sino también desde el punto de vista de la gestión integral del territorio y, por tanto, de interés público y de voluntad política de quien gobierna.
He intentado concretar las propuestas en ámbitos en los que ya se están produciendo fenómenos o ya se están implantando proyectos, para evitar una visión excesivamente futurista de mis propuestas y del papel que pueda jugar la ASC en todo esto.
Como veréis, no me extiendo en explicar la metodología de trabajo ni la implicación de la ASC en la gestión, ya que considero que un debate en el marco en el que se publica este artículo se da por sabido.
La conclusión es que la gestión municipal necesita derivar, cada vez más, hacia la proximidad, lo que implica nuevos procesos en los que el perfil profesional de la Animación Sociocultural puede ayudar de manera preeminente.
Los equipamientos y los proyectos socioculturales son espacios propios de la intervención social y educativa del animador/a y el educador/a. Pueden gestionarse por empresas privadas, por administraciones públicas o por asociaciones sin ánimo de lucro. Este último modelo es el que conocemos como gestión directa. La gestión directa la llevan a cabo entidades vecinales sin ánimo de lucro en las que la participación de los vecinos y vecinas es el motor de dinamización y transformación de la persona y el entorno. Esta característica intrínseca al modelo define el marco de actuación del animador/a y el educador/a. La definición y análisis del concepto de participación de sus principios y del marco de actuación nos permite perfilar una serie de herramientas necesarias para la tarea de educador/a y animador/a sociocultural.
A menudo no sabemos hacia adónde vamos y son las circunstancias las que nos ayudan. En mi caso, tras una formación académica sin un futuro demasiado concreto me encontré con la oportunidad de dirigir un centro cívico. Evidentemente se trataba de una emergencia. Ni el ayuntamiento ni yo lo teníamos muy claro, la verdad sea dicha. Mi formación específica se reducía apenas a unas clases esporádicas sobre “gestión cultural”, concepto que me parecía de lo más atractivo sin saber muy bien de qué se trataba. Ahora mismo, después de una serie de postgrados, seminarios, y de una cierta práctica, todavía no me atrevo a definirlo bien. Pero no se puede pretender dominarlo todo rápidamente y, menos aún, confiar sólo en la parte teórica. Se pueden llegar a hacer grandes discursos y conferencias de cómo gestionar un centro cultural disponiendo de recursos económicos y humanos, pero difícilmente explicarán lo que puede suceder cuando no dispones ni de lo uno ni de lo otro. En demasiadas ocasiones los únicos recursos disponibles son el sentido común y la buena predisposición.
Noviembre 2008.
RES, Revista de Educación Social, es una publicación digital editada por el Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales (CGCEES)
La animación sociocultural es parte esencial de la educación social; forma parte de aquello por lo que la educación social es lo que es; se encuentra en la educación social de manera permanente e invariable; constituye la naturaleza propia de la educación social. Sin la animación sociocultural, la educación social no existiría como la conocemos actualmente en nuestro país, sería otra cosa.
En este número de RES se parte de un largo recorrido histórico, con un presente con múltiples perspectivas y complicidades posibles, y se plantea que a los educadores y educadoras sociales en animación sociocultural les quedan aún un montón de retos a trabajar, complejos y, al mismo tiempo, profundamente apasionantes.
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