Este artículo parte de la idea de que uno de los retos fundamentales para el futuro de la educación social es el trabajo en el campo de la deontología. En el ámbito de la reflexión sobre la ética profesional, se plantea la necesidad de construir un sistema que ponga las bases para la acción-reflexión en una propuesta de ética aplicada, y que permita trasladar el universo abstracto de los valores a la práctica cotidiana de una profesión que tiene una importante carga axiológica y valorativa. A continuación se definen las características y funciones que debería tener esta estructura y, posteriormente, se describe un sistema de niveles de análisis y de guías de referencia que constituyen la base a partir de la cual sistematizar la normalización del uso de la ética profesional en el conjunto de la profesión, tanto para decidir los valores que dan sentido a su función social, como para resolver y gestionar de forma efectiva los posibles conflictos de valor que se dan en las situaciones concretas de la práctica profesional.
El texto que presentamos a continuación recoge un conjunto de reflexiones en torno a la siempre polémica relación entre el ejercicio profesional y la ética, entendida esta última, como aquello que da cuenta del buen hacer del educador social, que legitima la práctica educativa, además de interrogar sobre las consecuencias de dicha práctica.
El oficio de educador social es heredero directo de aquellas ocupaciones que hasta no hace mucho practicaban una intervención absolutamente paternalista en las parroquias, hospitales y hospicios de todo tipo. La proximidad de este pretérito, que en algunos casos aún está presente, se nota en el hecho de que conceptos como asistencia, beneficencia, piedad, compasión, amor o, incluso, moral no se pueden mencionar en el ámbito de la acción social sin el peligro de convocar viejos fantasmas. Por razones bastante parecidas, este rechazo también está presente en la ética predominante hoy, que procura mantenerse en los límites estrictos de la razón y huir de todo aquello que tenga que ver con el amor y los sentimientos. Por este motivo la ética habla cada vez menos de valores y, en cambio, habla más de principios y derechos, porque considera que en estos se concretan y objetivan, a través de declaraciones, códigos y leyes, lo que en el ámbito de los valores es una borrosa amalgama de convicciones, preferencias, creencias, afectos, emociones e, incluso, estéticas.
Parece ser que en los últimos años la preocupación por las cuestiones éticas y valorativas de la intervención social ha sido una preocupación en alza que se ha ido convirtiendo en el eje central de las discusiones y los debates de los diferentes colectivos de profesionales.
Este es el resumen de los cuatro talleres realizados durante las jornadas sobre “Los retos de la ética aplicada a la intervención social”, que se organizaron en Olot en el año 2005 con motivo de la celebración del 10º aniversario de la residencia geriátrica Montsacopa.
En los talleres participaron unas 140 personas procedentes de distintos ámbitos y lugares de Catalunya. Cada taller estaba conducido y moderado por un profesional, que fue quien redactó las conclusiones y firma este artículo.
Los objetivos de los talleres eran dos:
Identificar y reflexionar sobre los retos éticos en cada ámbito, a partir de la experiencia profesional de cada participante; recoger estos retos éticos, e intentar agruparlos por temáticas.
Elaborar una declaración, como un documento de trabajo, que recogiera las principales reflexiones y los principales retos éticos detectados, que se convirtiera en un punto de partida para ir introduciendo la ética en la intervención social.
El Observatorio de Ética Aplicada a la Intervención Social es fruto de una paradoja (que suele ser siempre una aparente, sólo aparente, contradicción): cuando vivimos tiempos acelerados, casi precipitados, en los que parecería que nadie ha de pedir tiempo para reflexionar porque sólo se puede actuar y ejecutar, resulta que es cuando más manos se alzan para exigir detenernos un momento para saber hacia dónde vamos, qué buscamos, con quién y con qué contamos en el trabajo social. Voces que se levantan para gritar: “¡Un momento. Yo quiero hablar de valores, quiero hablar de ética!” Es una petición de reflexión pública, plural, transversal, que proviene de todos los campos que inciden en la intervención social.
Esta experiencia ha sido posible gracias a la participación de las personas que forman o han formado parte activa del Grupo Promotor del Comité de Ética Asistencial de las residencias Llar Caixaterrassa, Montsacopa y La Torrassa: Pere Ardite, Isabel Bassols, Carina Carré, Laura Clota, Maite Corral, Salvador Esteban, Isabel Gómez, Sílvia Guil, Lourdes Jiménez, Montserrat León, Begoña Magriñá, Joan Antoni Rodríguez, Rosa Rovira y Mercè Vidal.
Partiendo del principio de justicia social del Código Deontológico del Educador Social, consideramos que debemos tener en cuenta la perspectiva de la Educación en Medios en las intervenciones socioeducativas.
Estamos viviendo en la sociedad de la información, el espacio está cada vez más saturado de mensajes mediáticos que influyen en la construcción de nuestro imaginario colectivo.
Por ese motivo, parte del compromiso con la construcción de una ciudadanía autónoma, crítica y participativa pasa por facilitar herramientas para que las personas podamos “leer” críticamente los medios de comunicación y producir mensajes alternativos al discurso dominante.
Si queremos un espacio público abierto al diálogo y a la diversidad, necesitamos una nueva alfabetización para todos y todas que permita reducir la actual brecha digital que excluye a los que están “desconectados”.
Dentro del compromiso ético que tenemos los educadores con la sociedad en la que vivimos, el presente artículo busca la reflexión sobre la introducción de esta línea en nuestras acciones educativas.
Mayo 2009.
RES, Revista de Educación Social, es una publicación digital editada por el Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales (CGCEES)
Después de más 10 años de la creación del primer colegio profesional y cerrado ya el círculo del reconocimiento institucional con la creación del Consejo General de Colegios Profesionales de Educadoras y Educadores Sociales, se abren, sin duda, nuevas puertas, pero también nuevos retos para la profesión.
El hecho de pasar del conocimiento social al reconocimiento efectivo lleva implícito un valor añadido, seguramente vinculado a la calidad del ejercicio profesional a cómo hacemos lo que decimos que hacemos.
Quizás haya llegado el momento de la ética y la deontología.
En este número de la Revista RES os ofrecemos una serie de reflexiones conceptuales y experiencias éticas y deontológicas que nos deberían ayudar a incrementar el compromiso individual en el ejercicio ético, así como la promoción de las buenas prácticas.
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