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14/06/2025 · Cataluña ,

«Debemos evitar que los niños sean tutelados, debemos ayudar a que las familias puedan estar con sus hijos». Entrevista a Toni Rubio, miembro de la comisión de infancia del CEESC

El diario digital de acción social de Catalunya social.cat, publica, en su edición de  5 de junio de 2025, publica una entrevista a Toni Rubio, miembro del colectivo de protección a la infancia del Col·legi d’Educadores i Educadors Socials de Catalunya (CEESC), que reproducimos:

 


 

«Debemos evitar que los niños sean tutelados, debemos ayudar a que las familias puedan estar con sus hijos»
Toni Rubio | Educador social, mediador familiar y miembro de una familia acogedora profesional

 


«Una vida dedicada a cuidar, acompañar y educar a niños y adolescentes. Tanto en los centros de acogida y los CRAE, como entre las paredes del hogar que ha construido con su pareja. Ellos, para Toni Rubio, están en el centro. Y cree firmemente que deberían estarlo también, aún mucho más, para las instituciones y entidades competentes. Este camino dedicado a los más pequeños, especialmente aquéllos más vulnerables, ya hace más de treinta años que empezó y ha derivado en diversas ramas: la educación social, la mediación familiar sistémica, la acogida familiar profesional, la formación, la coordinación en centros y de conferencias.

Un camino escogido, muchas veces disfrutado, pero también muchas otras sufrido, que le permite a Rubio tener una visión ancha y extensa de cómo funciona el sistema de protección de la infancia, cómo están los niños que son tutelados y los profesionales que los atienden y dónde hace aguas esta estructura que se llama acogedora y protectora, pero debajo de la guardia de la que a veces nos pasan cosas cambios. Hablamos con Toni Rubio, porque a quien preguntar si no es a quien lo ha conocido y vivido de cerca.

Ha trabajado en varios CRAE y centros de acogida. ¿Cómo es el día a día del educador social en estos espacios?

Yo siempre digo que los educadores en un centro tenemos mucha responsabilidad. Pero hay una que es la básica, que es la que marca la ley, que es la de velar por el niño. Esto es nuestra prioridad y debería ser la prioridad de la administración. Debemos parecernos un poco a los padres a la hora de educar a un hijo, pero con las características de los niños que vienen y también con los recursos que tenemos. Nuestra función es estar presente durante el día a día, con una dinámica como puede haber en casa. Además, la atención no puede ser siempre la misma con cada niño, y esto a veces dificulta un poco todo, porque cada uno es diferente y los educadores tampoco somos todos iguales. Debemos intentar que se sientan lo más acogidos y cómodos posible dentro de aquel lapso de tiempo, mientras con su familia se está trabajando para poder volver a estructurarse y estar en condiciones para tener a este hijo. La intención es que tengan siempre un referente más o menos claro. Algo la función paternal o maternal, que estén cubiertas sus necesidades al máximo posibles.

Se convierte en los referentes para los niños.

Sí, lo que ocurre es que no es lo mismo tener dos referentes que no se modifican nunca, que lo que pasa en un centro, donde estamos unos referentes que dependemos de la situación contractual en la que estamos. De si uno coge la baja o no, o si ese educador en algún momento le ofrecen un trabajo en otro sitio. Los referentes van cambiando continuamente, y eso les va fatal porque cuando se vinculan con alguien, si ese referente desaparece, es una pérdida, un duelo que deben hacer. Y es un volver a empezar con otro referente. El problema que tenemos ahora en los centros es los movimientos continuos que existen.

Esto también tiene mucho que ver con las condiciones laborales y salariales de los educadores sociales.

Sí, aparte de que hay algo que para mí, como educador, es algo absurdo. Yo he trabajado con fundaciones privadas y en centros propios. Y el sueldo que se cobra como educador en un centro público es bastante mayor que el que se cobra en un privado. Esto nunca lo entiendo, porque la función es la misma, la responsabilidad es la misma, hacemos lo mismo. No entiendo por qué debe existir ningún tipo de diferenciación entre un educador que trabaja en un centro propio y un educador que trabaja para una fundación. Hay cosas que deberían ir afinándose y deberían ir arreglando para evitar, precisamente, que no haya estos cambios. Si estás en un centro privado y te ofrecen trabajar en un centro propio, evidentemente cambias. Cuando viene la persona que está de baja, tú saltas de nuevo. Y es un continuo.

¿Cómo afecta esta rotación continua en la atención a los niños?

Si a las personas adultas cualquier cambio nos afecta, imagínate a los niños que se marchan de casa y son tutelados por la administración. Deben dejar su sistema escolar, su sistema familiar, todo, para ir a un centro, a un lugar que seguramente no conocen, en una población que nunca han estado, con educadores que nunca han visto. Si, además, cuando empiezan a vincular con un educador, éste cambia, imagínate. Es muy importante. Nuestra función es que estén lo mejor posible, y también lo es cuidar y respetar al máximo sus derechos.

¿Se ha encontrado a menudo con situaciones en las que los protocolos chocan con las necesidades reales de los jóvenes?

Cuando hay una situación que va en contra del niño, esto debería mirarse, valorarse, entrar en una serie de protocolos para ver qué está pasando. A mí me despidieron de un trabajo para defender a una tutorizada mía. Era un centro privado. Entonces hay miedo, la gente teme perder el trabajo. Además, en un centro donde se acoge a niños, debería tenerse claro que se les acoge para que estén bien y para defender sus derechos. A la que se vulneran sus derechos, esa empresa debería responder. Otro problema que tenemos en los centros es que existen pocos centros terapéuticos y preparados para niños con problemas psicológicos y psiquiátricos.

¿Qué problemática comporta esto?

Nos encontramos con que en un mismo centro tenemos niños normalizados con otros que tienen problemas psicológicos y en un momento concreto tienen algún ataque de violencia. Cuando los niños son tutelados es para evitar que vuelvan a vivir la violencia y en ocasiones se ha creado como un maltrato institucional en este aspecto. Lo que debería hacerse es que los niños que tienen problemas psicológicos y necesiten un acompañamiento terapéutico fueran a un lugar donde puedan estar atendidos bien y en condiciones. Por otro lado, otro tema es el tema de los cero a seis años, que ya salió un decreto en el que no podían haber niños de cero a seis años en los centros y la cosa sigue igual. Esto el educador lo vive como una frustración total. ¿Cómo puede haber un bebé en un centro?

Desde su experiencia, ¿Qué debería cambiar para que los centros fueran espacios realmente seguros y educativos para los niños?

Yo tengo muy clara una cosa. Los CRAEs son necesarios siempre que sean pocas plazas, pero se debe potenciar la prevención. Se debe acompañar a la familia, buscar fórmulas, desde cada sistema. estamos trabajando por un futuro mucho más viable.

¿Y con los niños no acogidos o en los casos que no responde a la familia?

Aquellos niños que no puedan acogerse por lo que sea, o no puedan trabajarse con la familia, pues en los centros. Pero con grupos pequeños y sin mezclar a los niños que tienen problemas psicológicos con los que no tienen. Es una lucha constante. La DGAIA tiene la responsabilidad de estos niños, es el padre de todos los chavales que debe tutelar. Por tanto, debe cuidar de ellos y facilitar las cosas a las familias de acogida, a las profesionales ya los centros, no poner palos en las ruedas. Hay que trabajar para que no se vuelvan a repetir patrones. No se pone énfasis en la prevención, cuando es lo más importante. ¿Cómo evitar que ocurra esto? Pero la administración tampoco nos escucha, sólo hace caso a las grandes fundaciones que son las que lo manejan todo.

Al respecto, ¿Cuál cree que es el papel de las entidades del tercer sector?

Si hicieran lo que deben hacer y llevaran a cabo su encargo, sería como si fuera un centro propio pero gestionado por una empresa privada. Lo que ocurre es que cuando es privado hay intereses económicos de por medio. Además, nos sentimos muy desprotegidos en estas empresas. Mi función como educador es cuidar a los niños. Además, lo dice la ley: el primero es el niño, por encima de cualquier institución, por encima de cualquier fundación. Entonces, mi función es protegerle. Si para protegerlo debo denunciar formas de hacer que no son las correctas, lo hago. Y no es sólo mi caso. Lo hemos visto también ahora en el caso tan mediático de la niña. Esto, en un centro propio, es mucho más complicado que ocurra. Pero en un privado, en el que hay movimientos económicos que nadie controla, puede ocurrir más. Hay que modificarlo todo, porque al final pasa lo que pasa.

En casos como lo que menciona, ¿Qué cree que falla dentro del sistema?

Respecto a esto, en los centros también tenemos un problema, que es que cuando se escabulle una niña nosotros hacemos una M04, un documento que llevamos a Mossos para decir que esta niña con estas características se ha fugado. Pero a partir de ahí nosotros ya perdemos, ya no podemos hacer nada. Los centros son centros abiertos, vida de familia. Pueden salir, realizan actividades extraescolares. Entonces, ¿qué ocurre a partir de aquí? ¿Los Mossos los buscan? A veces nosotros hemos tenido constancia de que están en sitios concretos y lo hemos puesto en conocimiento, pero no se ha ido a buscarlos. Pueden modificarse pequeñas cosas. Cuando hubo el pacto por la infancia, se realizaron reuniones continuadas donde había profesionales de todo tipo y salió toda una serie de objetivos para mejorar a todos los niveles. ¿Dónde quedó esto? ¿Por qué no está sirviendo lo que ya se ha trabajado? ¿Por qué debemos empezar siempre de nuevo? A nivel teórico se hace mucho, pero después no se pone nada en la práctica. Estamos en lo mismo de siempre, da pena que tengan que pasar cosas para que la administración ponga manos a la obra.

En el comunicado del CEESC decían que el caso de esta niña no es una excepción.

Se han ido dando situaciones. Es muy fácil que ante la fragilidad que tienen estos niños pueda ocurrir algo así. Y esto debería asegurarse. Ahora, por ejemplo, ponen énfasis en el tema del acogimiento, cuando llevamos años exigiendo y reclamando al síndico, a la antigua directora general de la DGAIA ya la directora del ICAA, que busquen fórmulas para buscar familias de acogida y, sobre todo, potenciar el acogimiento profesional. A nosotros, como familia acogedora profesional, nos han dejado abandonados. Mi pareja tenía un contrato para que pudiera cotizar. Hace cinco años nos dijeron que ya no podíamos continuar con ese contrato y pasamos a recibir una prestación, cobrando menos y sin cotizar. No han potenciado a las familias de acogida, no lo han hecho hasta ahora. No se puede potenciar a las familias de acogida con un anuncio por televisión. Te mueves cuando conoces a otra gente que lo ha hecho.

¿Hay herramientas suficientes ahora mismo para evitar casos como éste?

No, no existen herramientas para evitar algo así ahora mismo. Porque si no, no hubiera pasado. Además ahora jugamos con un tema muy complicado, que es el tema de las redes sociales. Antes no había móviles y la comunicación con el otro que le está esperando para escabullirse ya es más complicada. Ahora cualquiera puede conectarse a la red, lo que te hace muy vulnerable. Son niños que carecen de cariño, que han sido abusados, han sido maltratados. Buscan a alguien con quien vincularse, por eso es importante que vinculen en el centro lo máximo posible, porque desde nuestro discurso y nuestro día a día podemos estar encima, podemos ayudar, podemos acompañar. Nos pueden contar. Son chavales que, como están muy faltos a nivel emocional, alguien que aparezca y quiera engancharlos, les enganchará. Por eso deben crearse mecanismos rápidos.

Antes de que ocurra, ¿Cómo se podría hacer prevención para evitarlo?

Si lo que queremos hacer es hacer prevención, debe venir antes. Debemos evitar que los niños sean tutelados, debemos ayudar a que las familias puedan estar con sus hijos. Se trata de potenciar a las familias de acogida y verter recursos para que todo esto funcione. Debemos evitar que vayan a centros. Y si van a centros que sean pequeños grupos y con un protocolo, con una maquinaria externa que funcione rápida. En todas partes hay gente muy buena que sabe hacer su trabajo. Lo único que debe hacerse es abordar el tema desde las raíces, desmontar lo que esté mal hecho y volver a construir, pero con un cemento sólido y que sea de futuro.

¿Por dónde debería pasar esta transformación?

Los que entran a formar parte de la administración rara vez son gente de la misma profesión, normalmente son gestores. A veces hay que escuchar más a la gente que estamos a pie de calle. Hay que hacer más presencia y decir “¿qué pasa?”, “¿qué podemos hacer?”, “¿cómo puede ayudarnos?”. Y esto falta mucho.

En este sentido, ¿Qué piensa de la reestructuración de la DGAIA, la nueva DGPPIA, anunciada por Derechos Sociales?

Todo lo que sea por bien, que así sea. Ahora, ¿por qué no acuden a las personas que tenemos experiencia? Por eso, desde el CEESC se ha reclamado y todo el mundo está deseando que en esta reestructuración tengan en cuenta las voces de la gente que estamos dentro, que estamos en el día a día. Los directores de centros, los colegios de educadores, los educadores. Que escuchen lo que digamos y todo lo que se ha escrito y trabajado hasta ahora. Queda la duda de si volverá a quedar todo en un cajón. Hablamos de qué es lo mejor que queremos para los niños y niñas ya partir de aquí llegaremos a consensos. Buscamos fórmulas entre todos los que trabajamos con los niños y entonces seguro que se llegará a poder hacerlo bien. Desde abajo tenemos la visión de que es posible si se quiere, porque si no, ¿Qué es lo que estamos haciendo?»

 


Información original en catalán en este enlace

 

(Toni Rubio es miembro de la comisión de infancia del CEESC y Unidad Convivencial de Acción Educativa (UCAE) desde hace más de 15 años |Anna Adrià. Imagen social.cat)

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