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El acento educativo en la A de ASC

Autoría:

Isabel Maestre. Educadora social. Directora de proyectos en DUNA, educación, movilidad y sostenibilidad, SL.

Resumen

El término animación sociocultural contiene las palabras social y cultural. ¿Y la palabra educación? ¿Y la palabra participación? ¿Son temas residuales? ¿Somos animadores? ¿Somos educadores? Es un debate eterno sobre el cual cada uno debe posicionarse. Sirvan las siguientes líneas para aclarar o liar un poco más este eterno debate.

Pero, ¿tú qué dices que haces?

Ésta ha sido sin duda la frase que más veces he escuchado a lo largo de mi vida profesional. Como yo, supongo que la mayoría de los que nos declaramos públicamente de profesión animador sociocultural.

Para intentar responder o ilustrar al interlocutor de que no se trata de hacer despedidas de soltero o fiestas de comunión, entramos en un embrollado camino de explicaciones que dejan más o menos satisfecho al que escucha.

Lo cierto es que en estas explicaciones puede salir varias veces la palabra educación según las tareas concretas que en aquel momento está realizando el animador cuestionado. O si no la utilizamos, pero explicamos algunos de los proyectos en los que estamos implicados, es posible que nuestro interlocutor nos acabe diciendo: “O sea, que haces educación con adultos”, o “haces educación extraescolar”, o “trabajas con grupos marginales” o…

O sea, ¿hacemos educación o no? ¿La hacemos todos los animadores socioculturales? ¿O sólo algunos de nosotros? ¿O sólo en algunos proyectos?.

Decidir si ASC es educación o no pasa por definir qué concepto de educación tenemos.

Si por educación entendemos básicamente la transmisión de conocimientos establecidos en el currículum de forma estandarizada, podemos afirmar que no, animación sociocultural NO es educación.

Por suerte, hoy en día, casi todo el mundo (digo casi porque hay algún despistado que aún no) percibe la educación como un gran “paquete” que va más allá del aula y que incluye actividades extraescolares, servicios de comedor, atención a los niños cuando la familia no puede proporcionarla, salidas escolares, colonias, etc. Pero no nos encontramos únicamente la educación en tiempo escolar; educación también incluye tiempo de familia, tiempo de vida laboral, tiempo libre… en resumen, incluye cualquier rincón de nuestra sociedad, en cualquier momento de nuestro ciclo vital y en cualquier ámbito social.

Animación sociocultural SÍ es educación cuando pone el acento en la sociabilidad, en las necesidades y potencialidades de los sujetos y colectividades, sea cual sea su edad o condición social.

En las ofertas educativas encontramos modelos que nos educan para producir y para tener sujetos instrumentalmente más capacitados, que respondan en función de los intereses productivos, competitivos y selectivos. Entonces podemos afirmar que no, la animación sociocultural NO es educación si entendemos educación por productividad, rendimiento, competitividad y acumulación.

Por otro lado, encontramos proyectos educativos que responden a opciones liberalizadoras, propuestas que se concretan en la dinamización individual y grupal de procesos de autonomía y participación y en la intervención activa y organizada de procesos de transformación social. Formas de colaboración y convivencia, de creatividad y aprendizaje. La ASC entendida como modelo crítico de acción social (J.V. Merino 1997; 33; F. Placer Ugarte, 1991, 91; J.M. Quintana, 1984) implica inevitablemente una educación entendida como un proceso de aprendizaje de las dimensiones del ser, del conocer, del hacer y de la convivencia (UNESCO, 1996, 96-108).

Animación sociocultural SÍ es educación cuando trabaja para la construcción de una sociedad participativa y solidaria, basada en la convivencia social y las relaciones culturales.

Personalmente pienso que la animación sociocultural tiene el compromiso de ser siempre una actuación educativa, aunque no exclusivamente. En mayor o menor medida, los proyectos en los que trabajamos pretenden generar cambios de actitud, asimilar valores, incorporar hábitos, dotar de aprendizajes, promover la participación, desarrollar el espíritu crítico, etc. Todos ellos son claramente educativos.

La participación es también una de las características básicas que se desprende de las prácticas de animación. La animación sociocultural busca la participación de la comunidad en el propio proceso de intervención y es, incluso, un requisito indispensable de cualquier buen proyecto.

No hay ninguna duda de que a participar se aprende, especialmente con la práctica. Por tanto, la animación sociocultural aporta un aprendizaje importante en aspectos como la toma de decisiones, la asunción de responsabilidades, el hecho de compartir valoraciones, la capacidad de reflexión, los conocimientos organizativos y de gestión… aspectos de un enorme valor desde una perspectiva educativa.

Todas las aportaciones de la animación sociocultural apuestan por pedagogías activas y no autoritarias, donde se puedan:

  • Vivir experiencias individuales y comunitarias con el entorno.
  • Vivir situaciones de independencia y autonomía que desarrollen la curiosidad, el interés y la preocupación por los demás.
  • Vivir experiencias de práctica social que a menudo son pluridimensionales o contradictorias.

Educar, animar y participar tienen muchos aspectos en común: comparten riesgos que deben asumirse, significan innovación, trabajan para comprender el cambio como construcción de nuevas realidades…

Educar, animar, participar no son únicamente una manera de “estar con” sino una manera de “convivir con” e implicarse en los procesos de transformación.

De lo que no hay duda es de que la animación sociocultural se trata de una disciplina más del universo educativo y que mantiene relaciones diversas con otras acciones socioeducativas.

Pero cuando me preguntan aquello de pero, ¿tú qué dices que haces?, ¿puedo decir que soy educadora? ¿Somos educadores, animadores, o somos las dos cosas? Quizás deberíamos rebautizarnos como “educadores socioculturales”… O ¿quizás se parece demasiado a “educadores sociales” y no nos importa perder nuestra identidad?.

Después de unos años de práctica para sacar las viejas telarañas del cerebro, mi respuesta personal a la pregunta pero, ¿tú qué dices que haces?, es hoy en día y sin ningún tipo de vergüenza:

Soy educadora, trabajo en proyectos de animación sociocultural

La capacidad de la animación sociocultural, y específicamente de los animadores, de crear continuamente interesantes y nuevas propuestas educativas nos hace más que merecedores de esta cualificación. Al lado de maestros, pedagogos, psicólogos y muchas otras profesiones.

El camino futuro en nuestra profesión es la confianza en creer que son posibles los proyectos compartidos que integran voluntades, que ilusionan, que dan esperanza y que responden a las necesidades comunitarias.

En este caso, podríamos hacernos nuestra la frase de Joaquim Franch: “la pretensión teórica de la acción sociocultural es, en el fondo, idéntica a la pretensión profunda de la educación”.